domingo, 15 de abril de 2012

¡INVERSIÓN! y no gasto

Tradicionalmente se ha considerado como inversión al dinero dedicado a mejorar las infraestructuras de un país. Así, como se consideraba inversión, se empezaron a construir en España numerosos aeropuertos sin aviones; autopistas o autovías con escasos vehículos; pabellones, auditorios y otras construcciones orientadas al ocio, la cultura o el deporte sin actividad aparente o suficiente.

Pero una condición básica para que una inversión sea considerada como tal es el retorno futuro, y unas infraestructuras sin retorno, ya sea monetario, directo o indirecto, social o cultural, no es inversión.

Por otra parte es considerado gasto aquellas cantidades destinadas por el Estado a mantener los servicios públicos. Por ejemplo se habla de gasto en educación.

¡Pues no!


El denominado gasto en educación deberíamos llamarlo inversión. No, mejor en mayúsculas: ¡INVERSIÓN!, ya que éste sí cumple todos los requisitos para ser considerado como tal.

Y las “inversiones” que se hacen en grandes proyectos sin ningún retorno más que complacer a algunos políticos que no buscan otra cosa que un puñado de votos, dar rienda suelta a alguna idea peregrina que se le ha ocurrido tomando el “cafelito” con los amigotes o satisfacer su propio ego, a estas mal llamadas inversiones, habría que llamarle gasto, y además gasto improductivo y hasta delictivo.

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