El autor
Joseph E. Stiglitz, premio Nobel de Economía en 2001, es actualmente catedrático de Economía en la Universidad de Columbia tras una intensa carrera académica como profesor en prestigiosas universidades como Yale, Oxford y Stanford. Además, ha sido asesor económico del gobierno de Bill Clinton y economista jefe y vicepresidente senior del Banco Mundial. Autor del best seller internacional El malestar en la globalización (Taurus, 2002), también ha publicado Los felices noventa (Taurus, 2003), Cómo hacer que funcione la globalización (Taurus, 2006), Comercio justo para todos (Taurus, 2007), La guerra de los tres billones de dólares (Taurus, 2008) y Caída libre (Taurus, 2010).
Fuente: Editorial Taurus
Sinopsis de "El precio de la desigualdad" (por su Editorial)
“El 1 % de la población disfruta de las mejores viviendas, la mejor educación, los mejores médicos y el mejor nivel de vida, pero hay una cosa que el dinero no puede comprar: la comprensión de que su destino está ligado a cómo vive el otro 99 %. A lo largo de la historia esto es algo que esa minoría solo ha logrado entender… cuando ya era demasiado tarde.
Las consecuencias de la desigualdad son conocidas: altos índices de criminalidad, problemas sanitarios, menores niveles de educación, de cohesión social y de esperanza de vida. Pero ¿cuáles son sus causas, por qué está creciendo con tanta rapidez y cuál es su efecto sobre la economía? El precio de la desigualdad proporciona las esperadas respuestas a estas apremiantes cuestiones en una de las más brillantes contribuciones de un economista al debate público de los últimos años.
El premio Nobel Joseph Stiglitz muestra cómo los mercados por sí solos no son ni eficientes ni estables y tienden a acumular la riqueza en manos de unos pocos más que a promover la competencia. Revela además cómo las políticas de gobiernos e instituciones son propensas a acentuar esta tendencia, influyendo sobre los mercados en modos que dan ventaja a los más ricos frente al resto. La democracia y el imperio de la ley se ven a su vez debilitados por la cada vez mayor concentración del poder en manos de los más privilegiados.
Este libro constituye una contundente crítica a las ideas del libre mercado y a la dirección que Estados Unidos y muchas otras sociedades han tomado durante los últimos treinta años, demostrando por qué no es solo injusta sino además insensata. Stiglitz ofrece esperanza en la forma de un concreto conjunto de reformas que contribuirían a crear una sociedad más justa y equitativa, además de una economía más sólida y estable.”
Otro de los libros que ofrece una visión diferente a la que estamos acostumbrados a ver y escuchar en los medios de comunicación, por lo que resulta interesante su lectura.
Aunque el libro se basa en la economía estadounidense, podría perfectamente tratarse en muchos aspectos de la española o de la europea. De todos modos, trata (escuetamente) la situación en Europa.
Y un par de extractos del libro … reflexiones del autor en cuanto a la polémica del déficit y de la intervención de los bancos centrales.
Una solución para el déficit… alternativa a la propuesta de reducción del gasto
“Antiguamente se decía que los de arriba no tenían suficiente dinero como para llenar el agujero del déficit; pero eso es cada vez menos cierto. Si el 1 por ciento más alto se está llevando más del 20 por ciento de los ingresos del país, un aumento del 10 por ciento en el impuesto sobre sus ingresos (sin vacíos legales) generaría unos ingresos equivalente a aproximadamente el 2 por ciento del PIB del país. En resumen, si nos tomáramos en serio la reducción del déficit, podríamos recaudar fácilmente billones de dólares durante los próximos diez años, simplemente a base de (a) subir los impuestos de los de más arriba —dado que reciben una parte tan grande de la tarta económica del país, incluso un pequeño aumento en los tipos impositivos permitiría recaudar cuantiosos ingresos—; (b) eliminar los vacíos legales y el tratamiento especial que se da al tipo de ingresos que recibe en su inmensa mayoría la parte más alta —desde los bajos impuestos para los especuladores y los dividendos hasta la desgravación de los intereses municipales—; (c) eliminar los vacíos legales y las disposiciones especiales del sistema del impuesto sobre las personas físicas y las sociedades con las que se subvenciona a las grandes empresas; (d) gravar las rentas con tipos impositivos más altos; (e) gravar la contaminación; (f) gravar al sector financiero, por lo menos para que refleje en parte los costes que ha impuesto reiteradamente al resto de la economía; y (g) obligar a que quienes consiguen utilizar o explotar los recursos de nuestro país —unos recursos que pertenecen legítimamente a todos los estadounidenses— paguen su precio íntegro. Esas fuentes de aumento de los ingresos no solo contribuirían a una economía más eficiente y reducirían sustancialmente el déficit, sino que también reducirían la desigualdad.”
Bancos Centrales
“A los bancos centrales les cuesta muchísimo limitar sus opiniones a las políticas monetarias y de regulación de la banca. (Si se hubieran dedicado a lo suyo y hubieran acertado con las políticas monetarias y reguladoras, la economía se encontraría en unas condiciones muchísimo mejores). Un tema recurrente en los responsables de los bancos centrales es que debería haber más «flexibilidad del mercado laboral», lo que normalmente significa bajar los salarios, y sobre todo el salario mínimo y la protección al empleo. En el capítulo 2 veíamos que un organismo regulador ha sido captado por aquellos a los que supuestamente tiene que regular cuando las políticas que aplica y la normativa que adopta reflejan los intereses y los puntos de vista de aquellos a quienes, supuestamente, el organismo tiene que regular más que el interés general. La captación se produce, en parte, como consecuencia del fenómeno de las «puertas giratorias», por el que los reguladores proceden del sector regulado y, tras su breve paso por la Administración, regresan a él. La «captación» es en parte lo que se denomina captación cognitiva, donde el regulador acaba adoptando la mentalidad del regulado.”
Joseph E. Stiglitz, premio Nobel de Economía en 2001, es actualmente catedrático de Economía en la Universidad de Columbia tras una intensa carrera académica como profesor en prestigiosas universidades como Yale, Oxford y Stanford. Además, ha sido asesor económico del gobierno de Bill Clinton y economista jefe y vicepresidente senior del Banco Mundial. Autor del best seller internacional El malestar en la globalización (Taurus, 2002), también ha publicado Los felices noventa (Taurus, 2003), Cómo hacer que funcione la globalización (Taurus, 2006), Comercio justo para todos (Taurus, 2007), La guerra de los tres billones de dólares (Taurus, 2008) y Caída libre (Taurus, 2010).
Fuente: Editorial Taurus
Sinopsis de "El precio de la desigualdad" (por su Editorial)
“El 1 % de la población disfruta de las mejores viviendas, la mejor educación, los mejores médicos y el mejor nivel de vida, pero hay una cosa que el dinero no puede comprar: la comprensión de que su destino está ligado a cómo vive el otro 99 %. A lo largo de la historia esto es algo que esa minoría solo ha logrado entender… cuando ya era demasiado tarde.
Las consecuencias de la desigualdad son conocidas: altos índices de criminalidad, problemas sanitarios, menores niveles de educación, de cohesión social y de esperanza de vida. Pero ¿cuáles son sus causas, por qué está creciendo con tanta rapidez y cuál es su efecto sobre la economía? El precio de la desigualdad proporciona las esperadas respuestas a estas apremiantes cuestiones en una de las más brillantes contribuciones de un economista al debate público de los últimos años.
El premio Nobel Joseph Stiglitz muestra cómo los mercados por sí solos no son ni eficientes ni estables y tienden a acumular la riqueza en manos de unos pocos más que a promover la competencia. Revela además cómo las políticas de gobiernos e instituciones son propensas a acentuar esta tendencia, influyendo sobre los mercados en modos que dan ventaja a los más ricos frente al resto. La democracia y el imperio de la ley se ven a su vez debilitados por la cada vez mayor concentración del poder en manos de los más privilegiados.
Este libro constituye una contundente crítica a las ideas del libre mercado y a la dirección que Estados Unidos y muchas otras sociedades han tomado durante los últimos treinta años, demostrando por qué no es solo injusta sino además insensata. Stiglitz ofrece esperanza en la forma de un concreto conjunto de reformas que contribuirían a crear una sociedad más justa y equitativa, además de una economía más sólida y estable.”
Otro de los libros que ofrece una visión diferente a la que estamos acostumbrados a ver y escuchar en los medios de comunicación, por lo que resulta interesante su lectura.
Aunque el libro se basa en la economía estadounidense, podría perfectamente tratarse en muchos aspectos de la española o de la europea. De todos modos, trata (escuetamente) la situación en Europa.
Y un par de extractos del libro … reflexiones del autor en cuanto a la polémica del déficit y de la intervención de los bancos centrales.
Una solución para el déficit… alternativa a la propuesta de reducción del gasto
“Antiguamente se decía que los de arriba no tenían suficiente dinero como para llenar el agujero del déficit; pero eso es cada vez menos cierto. Si el 1 por ciento más alto se está llevando más del 20 por ciento de los ingresos del país, un aumento del 10 por ciento en el impuesto sobre sus ingresos (sin vacíos legales) generaría unos ingresos equivalente a aproximadamente el 2 por ciento del PIB del país. En resumen, si nos tomáramos en serio la reducción del déficit, podríamos recaudar fácilmente billones de dólares durante los próximos diez años, simplemente a base de (a) subir los impuestos de los de más arriba —dado que reciben una parte tan grande de la tarta económica del país, incluso un pequeño aumento en los tipos impositivos permitiría recaudar cuantiosos ingresos—; (b) eliminar los vacíos legales y el tratamiento especial que se da al tipo de ingresos que recibe en su inmensa mayoría la parte más alta —desde los bajos impuestos para los especuladores y los dividendos hasta la desgravación de los intereses municipales—; (c) eliminar los vacíos legales y las disposiciones especiales del sistema del impuesto sobre las personas físicas y las sociedades con las que se subvenciona a las grandes empresas; (d) gravar las rentas con tipos impositivos más altos; (e) gravar la contaminación; (f) gravar al sector financiero, por lo menos para que refleje en parte los costes que ha impuesto reiteradamente al resto de la economía; y (g) obligar a que quienes consiguen utilizar o explotar los recursos de nuestro país —unos recursos que pertenecen legítimamente a todos los estadounidenses— paguen su precio íntegro. Esas fuentes de aumento de los ingresos no solo contribuirían a una economía más eficiente y reducirían sustancialmente el déficit, sino que también reducirían la desigualdad.”
Bancos Centrales
“A los bancos centrales les cuesta muchísimo limitar sus opiniones a las políticas monetarias y de regulación de la banca. (Si se hubieran dedicado a lo suyo y hubieran acertado con las políticas monetarias y reguladoras, la economía se encontraría en unas condiciones muchísimo mejores). Un tema recurrente en los responsables de los bancos centrales es que debería haber más «flexibilidad del mercado laboral», lo que normalmente significa bajar los salarios, y sobre todo el salario mínimo y la protección al empleo. En el capítulo 2 veíamos que un organismo regulador ha sido captado por aquellos a los que supuestamente tiene que regular cuando las políticas que aplica y la normativa que adopta reflejan los intereses y los puntos de vista de aquellos a quienes, supuestamente, el organismo tiene que regular más que el interés general. La captación se produce, en parte, como consecuencia del fenómeno de las «puertas giratorias», por el que los reguladores proceden del sector regulado y, tras su breve paso por la Administración, regresan a él. La «captación» es en parte lo que se denomina captación cognitiva, donde el regulador acaba adoptando la mentalidad del regulado.”
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