“Puedes ver la era de las computadoras en todas partes menos en las estadísticas de productividad.”
— Robert Solow, mil novecientos ochenta y siete (1987)
La paradoja
Durante las décadas de los setenta (1970) y ochenta (1980), las empresas empezaron a invertir fuertemente en computadoras y sistemas de información. Sin embargo, los indicadores de productividad laboral y productividad total de los factores no mostraban mejoras claras.
En otras palabras: más tecnología, misma productividad.
¿Por qué ocurría esta paradoja?
Los economistas han identificado varias razones:
1. Retrasos en la adopción efectiva
Introducir tecnología no aumenta la productividad automáticamente.
Se necesita reorganizar procesos, capacitar personal y rediseñar el trabajo. Estos cambios suelen tardar años en mostrar resultados.
2. Mala medición de la productividad
Muchos beneficios de la tecnología (como mejor calidad de servicio, rapidez en la información, reducción de errores) eran intangibles y no quedaban reflejados en las estadísticas tradicionales.
3. Tecnología sin transformación
En muchos casos se digitalizaban procesos antiguos sin cambiar la lógica del trabajo.
La tecnología, usada como un “parche”, no transforma por sí sola.
4. Costos de transición
La incorporación de computadoras generaba inicialmente:
interrupciones,
inversiones grandes,
baja temporal de desempeño.
Esto compensaba —o anulaba— los beneficios iniciales.
¿Sigue vigente la paradoja hoy?
En la era del internet, la nube y la IA, la paradoja ha tomado nuevas formas.
Década de los dos mil (2000) y dos mil diez (2010):
La productividad comenzó a aumentar en algunos sectores digitales, lo que sugiere que finalmente los efectos tecnológicos se estaban internalizando.
Hoy, con IA generativa y automatización:
Algunos economistas hablan de una nueva paradoja:
tenemos tecnologías extremadamente potentes pero no vemos aún aumentos de productividad tan grandes o generalizados.
Las razones vuelven a ser similares:
requiere cambios organizativos profundos,
muchos beneficios son intangibles,
hay curva de aprendizaje,
aún no está completamente integrada en todos los sectores.
En síntesis
La paradoja de Solow nos recuerda que:
La tecnología solo aumenta la productividad cuando se acompaña de
cambios organizativos,
capacitación,
innovación en procesos,
nuevos modelos de negocio.
En la era de la IA este recordatorio viene más que bien. Tal como hemos visto, la brecha que muchas empresas enfrentan al adoptar IA, y cómo grandes firmas como Accenture posicionan la IA como oportunidad… pero también como riesgo si no se implementa con estrategia.
La tecnología es una herramienta, pero el verdadero salto productivo se produce cuando esa herramienta se integra en un modelo de negocio que la aprovecha, en una organización que está alineada y en una cultura que la hace suya.
En definitiva: invertir en IA o en sistemas informáticos es solo el primer paso. El verdadero cambio viene cuando la empresa piensa y actúa de forma distinta.

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